Una de las primeras invitaciones que hacemos a los empresarios y emprendedores cuando tenemos el privilegio de compartir y escuchar sobre sus sueños y sus metas es que definan cuál es su propósito, aquello con lo que sienten que están trascendiendo no sólo como líderes o visionarios sino que también están transformándose como personas, como seres humanos, porque cuando se logra encontrar esa razón esencial por la cual se tiene una empresa, cuando se logra responder a ese ¿para qué hacer lo que estoy haciendo?, se encuentra un motivo, algo por lo cual querer salir adelante cada día, en muchas ocasiones el sólo hacer dinero o tener una imagen de éxito y prestigio pierde relevancia, quedan supeditadas a algo que se lleva en el corazón, a algo que logra generar una conexión con lo verdaderamente importante.
En nuestro trayecto nos hemos encontrado que en muchas ocasiones este propósito tiene que ver con servir a otros, con dejar un legado, una enseñanza, con apoyar a colaboradores, proveedores, clientes para que logren sus objetivos y crezcan no sólo a nivel laboral sino a nivel personal y familiar, es realmente inspirador ver que la verdadera esencia de las organizaciones se centre en el SER, y aunque no es así en todos los casos si lo es en la mayoría, esto dice mucho de la calidad de personas que están al frente de las empresas, hay sueños, hay metas, hay objetivos, pero siempre hay algo superior que nos moviliza desde adentro.
Por eso es vital que para que una empresa logre impulsar y motivar a su gente les den a conocer, entender, compartir y vivir su verdadera razón de existir, y esto no es hablar sólo de su misión, la que tanto se menciona en una planeación estratégica, es hablar sobre su propósito, con esto queremos extender una invitación a cada una de los líderes, empresarios, emprendedores que nos leen a que hagan una búsqueda y una reflexión interior del verdadero motivo para el cual existen sus organizaciones, empresas o emprendimientos, qué es aquello que enciende la llama interior, qué es lo que hace que con el sólo hecho de pensar o hablar sobre eso se genere una sonrisa, que el corazón se acelere, que se desee despertar cada mañana para continuar construyéndolo, lo que hace que cada tristeza o angustia valga la pena, porque al final lo que importa es levantarse con más fuerza y convicción por alcanzarlo.